Guadalajara, una ciudad emblemática conocida por su rica herencia cultural que incluye el tequila y la música de mariachi, se encuentra en el centro de un debate que ha estado afectando el fútbol mexicano: el cántico homofóbico que ha resonado en los estadios a lo largo de los años. Este grito, que tiene su origen en un partido entre México y Estados Unidos, ha generado una serie de multas y sanciones para la Federación Mexicana de Fútbol, pero su erradicación parece un desafío constante.
El próximo amistoso entre México y Estados Unidos, que se llevará a cabo en el estadio Akron, ha vuelto a levantar el telón sobre este controversial canto. La última vez que se enfrentaron, en la final de la Liga de Naciones, el árbitro tuvo que detener el partido en varias ocasiones debido a los gritos ofensivos de la afición mexicana, lo que llevó a un desenlace anticipado en un encuentro previo en Las Vegas.
A pesar de los esfuerzos por parte de la Federación para frenar esta práctica, que incluye sanciones económicas y campañas de concientización, muchos aficionados todavía consideran el cántico como una expresión de diversión. Luis Gallardo, un aficionado local, defendió la tradición diciendo: “El fútbol es una celebración y el grito forma parte de la emoción del juego. No hay intención de ofender; simplemente es parte de la experiencia del partido”.
Sin embargo, el panorama es diferente desde el punto de vista de aquellos que luchan por la inclusión y el respeto. Activistas como Andoni Bello argumentan que el cántico es intrínsecamente homofóbico y perjudicial, destacando que no se puede pasar por alto el impacto negativo que tiene en la comunidad LGBTQ+. “Utilizar un insulto en un contexto deportivo perpetúa un ciclo de odio y discrimina a muchos”, subrayó Bello, quien espera que el Mundial de 2026 en México sirva como un punto de inflexión para cambiar estas actitudes.
Con 13 partidos programados en el país para el próximo Mundial, entre ellos cuatro en Guadalajara, la presión para erradicar este cántico ha crecido. Bello sugiere que la inclusión de voces de la comunidad LGBTQ+ en el debate podría ofrecer nuevas perspectivas para abordar este problema. “Es crucial que se escuche a quienes están directamente afectados. Esto no es solo un problema de fútbol, es un tema de cultura y respeto”, añadió.
A medida que la Copa del Mundo se acerca, Guadalajara tiene la oportunidad de mostrarse como un modelo de inclusión y respeto en el deporte. La historia del fútbol en México puede tomar un nuevo rumbo, transformando una tradición polémica en una celebración de diversidad y unidad.